Continuando con mi relato, como le había manifestado, a los veinte minutos le dije ya mi amor ya puedes entrar, al entrar mi padre a la choza se quedó sorprendido, casi con la boca abierta, había preparado el escenario perfecto, prendí una lámpara a petróleo (que había comprado) que alumbraba la choza como si fuera de día.
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