Ninguno de los cuatro podíamos creer que la mamá de Lalo aún estuviera despierta y dispuesta a supervisar que se cumplirían las más estrictas normas de decencia en su casa... al menos su conciencia quedó tranquila.
Nota: Es recomendable, pero no necesario, leer la primera parte de este relato para conocer todos los antecedentes.
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