Estudio socio-nostálgico
No son muchos los chistes verdes que recuerdo del tiempo en que mi jipi no tenía todavía el techito de sus rubios pendejos, pero ya se paraba cuando los oía. No habían muchos medios para canalizar nuestras fantasías sexuales, y un chiste bien contado no nos hacia acabar, pero si estimulaba nuestras fantasías antes de dormirnos y nos mostraba personajes menos reprimidos y controlados que nosotros.
Uno de esos chistes era este, que vaya a saber porque recuerdo y te repito convertido en cuento con algún adorno de mi imaginación.
↧